Crónicas Zinemaldi 2017

El Festival Internacional de Cine de San Sebastián ha cumplido en esta edición nada menos que 65 años. Lejos de jubilarse, nuestro Zinemaldi continúa creciendo, como muestrario de las tendencias del cine actual, laboratorio de nuevos talentos y escaparate para espectadores de todo tipo. Este año nos hemos ventilado la nada desdeñable cifra de 47 proyecciones en nueve días. Así los hemos vivido.

 

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FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN 2017
DIA 1. 22 DE SEPTIEMBRE

Nuestro Festival comienza con Submergence, cinta inaugural de la Sección Oficial que firma el reputado Wim Wenders. Lo que pasaría por un thriller romántico protagonizado por James McAvoy y Alicia Vikander, la improbable historia de amor entre un espía encubierto capturado por un grupo yihadista y una oceanógrafa abocada a descender a las profundidades abisales, va transformándose a medida que se sumerge en si mismo en una película pretendidamente profunda y trascendente cuya poesía parece impostada y pomposa, atada a unos personajes tan planos como guapísimos. El juego de palabras es fácil, pero lo cierto es que Submergence se queda en la superficie pretendiendo llegar hasta el fondo. Es un film irregular y demasiado convencional para un director que de un tiempo a esta parte parece encontrarse más a gusto en el terreno del documental que en el de la ficción. Ahí quedan las estupendas Pina y La sal de la tierra, que también pasaron por San Sebastián en su día.

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Entramos por los pelos al pase de prensa de Alanis, programado en el aforo limitado del Trueba. La directora argentina Anahí Berneri vuelve a la Sección Oficial por tercera vez tras Encarnación y Aire libre. Aunque comparte con aquellas su gusto por el enfoque del observador imparcial, Alanis es un film bastante más redondo. Esta crónica de las vicisitudes de una prostituta es un retrato social que consigue resultar crudo sin caer en lo sórdido ni en los clichés, reivindicando con su naturalismo los esfuerzos y la estoica dignidad de esa mujer, puta y madre independiente en un sentido plenamente feminista. Bernerí enfoca esta dualidad constante, el juego entre el rol asumido y la persona tras la barra de striptease, con una puesta en escena precisa, de planos fijos, reflejos en espejos y encuadres medidos, apoyada en la excelente interpretación de la actriz Sofía Gala, una primera candidata a la Concha de Plata. Un film de matices del que emana un sincero humanismo.

Este año las películas de Nuevos Directores las encajamos a la hora de comer, nuestro plato favorito tras la Sección Oficial y las imprescindibles Perlas. Inaugura el menú The Charmer, que cuenta la historia de un inmigrante iraní en riesgo de expulsión a la caza de mujeres ricas con credenciales de arraigo. Aunque el tema de la inmigración haya sido tratado hasta la saciedad en el cine reciente, especialmente en el nórdico, lo interesante de este drama psicológico ambientado en Copenhague se encuentra en la moral de ese seductor atrapado en una doble vida, en su lucha por una integración imposible, aún entre sus compatriotas asentados en una escala social que le está vedada. Además del actor protagonista, Ardalan Esmaili, conviene quedarse con la magnética presencia de la cantante de electropop Soho Rezanejad y la icónica actriz Susan Taslimi. Bien planteada aunque algo dispersa, la película del director Milad Alamir resulta estimable más allá de su condición de ópera prima.

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Primera Perla, primera Joya. Verano de 1983. Elio y Oliver se conocen en un pequeño pueblo del norte de Italia, un adolescente sabelotodo y un universitario americano invitado por su padre a la villa familiar. Y algo especial surge entre ellos. La fuerza de Call Me by Your Name no está tanto en su guión, adaptación de una novela del escritor André Aciman, como en la tremenda delicadeza de su puesta en escena y la química entre los actores Timothée Chalamet y Armie Hammer. La suya es una historia de amor más allá de orientaciones sexuales. Luca Guadagnino compone un luminoso e iluminado relato de iniciación, vacaciones pasadas, cuerpos al sol, sobremesas, baños en el río y paseos en bicicleta, escenarios del primer amor y el despertar sexual, la nostalgia y el placer de haber vivido intensamente antes del frío invierno. Como todo eso, su película también marca. Sin duda alguna, una de las mejores del año. Sensual, intensa y perdurable como un melocotón maduro.

Como cualquier otro arte, al cine siempre le ha gustado hablar de los procesos creativos. Es el tema central de El autor, de Manuel Martín Cuenca. Esta fusión de ficción literaria y realidades tiene algo de En la casa y otro poco de Adaptation. Hay incluso un deje a La ventana indiscreta en el voyeurismo de ese escritor frustrado que manipula a sus vecinos para obtener la novela perfecta. Referencias al margen, el guión con denominación de origen de esta película es pura originalidad, convertida un film juguetón, perverso, turbio e incómodo que bordea el suspense bajo una capa de humor negro concretado en una sobria puesta en escena. Martín Cuenca se las ha ingeniado para rodar una película que es al tiempo accesible y difícil de clasificar. Y no hace falta entrar en todas sus capas para disfrutarla. El psicópata de Javier Gutiérrez, la colección de personajes -mención a las apariciones estelares de Antonio de la Torre- y el truco final son dignos del mejor novelista.

Terminamos el día en el Teatro Principal con Fireworks, Should We See It from the Side or the Bottom? Es de agradecer que la Sección Oficial del Zinemaldi siga apostando un año más por el anime, tras las proyecciones de El niño y la bestia y Your Name. Por desgracia, Fireworks parece un compendio de los peores clichés del género, con los que tanto se ceban sus detractores. El problema no es que estemos ante otro romance estudiantil con fundamentos de ciencia ficción -recordemos La chica que saltaba a través del tiempo- porque hablamos de la adaptación de un live-action de 1993. Lo que verdaderamente sonroja es su intrascendencia, un exceso de azúcar y canciones que van de lo kawaii al fanservice mal entendido. Verdaderamente inusual es que a nivel técnico la animación se vea poco trabajada, especialmente en lo que se refiere a la difícil integración del 3D con el dibujo tradicional. Podíamos esperar más de los responsables de la genial Puella Magi Madoka Magica.

 

FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN 2017
DIA 2. 23 DE SEPTIEMBRE

Esta mañana agradecemos haber dormido bien. Y es que hay que entrar descansado y con ganas a una película como La douleur, adaptación de la novela de Marguerite Duras en la que la escritora francesa desgranó la espera de su marido, capturado por la Gestapo durante la ocupación alemana. Emmanuel Finkiel aborda esta eterna vigilia en un film denso que abandona la premisa inicial de una historia de espías para encerrarse en torno a su protagonista, difuminando poco a poco todo lo que la rodea salvo su rostro, el de una Mélanie Thierry tan entregada que debiera ser candidata a la Concha de Plata. El soporte literario del film se siente en cada uno de esos fragmentos de letanías, textos monocordes, febriles e introspectivos que recita una voz desdoblada, cansada de esperar el regreso de una vida que no se puede rescatar de las cenizas. Como se ha dicho de la literatura de Duras, esta es una de esas películas que pierde los contornos físicos. Tan exigente como fascinante.

El propio Jose Luis Rebordinos nos había recomendado que le siguiéramos la pista a Ni juge, ni soumise, una de las propuestas más inclasificables de cuantas se proyectan este año en la Sección Oficial. Acabada la película, uno no sabe si acaba de ver un falso documental o asistir a uno de esos casos en los que la realidad supera del todo a la ficción. A modo de programa televisivo, la cámara nos muestra el día a día de una jueza de instrucción belga tan atípica como políticamente incorrecta. No podemos intuir si el film se limita a registrar lo que ocurre en rigurosa telerealidad o si pretende hacer una sátira de temas tan candentes como la violencia de género o la inmigración en forma de sketches, como un Ulrich Seidl sin destilar. Es también una película que bien pudiera ser calificada de comedia provocadora, indignante, frívola e incómoda, buscando una sonrisa helada ante los tan socorridos límites del humor. O nada de eso. Quedará a criterio de cada espectador. Insólita.

Conseguimos encajar otra de Nuevos Directores a la hora de comer. Si la película es india y salen niños, se suele invocar automáticamente a Satyajit Ray. Lo cierto es que con Village Rockstars esta referencia no es en absoluto gratuita. La cineasta Rima Das parece haber heredado directamente de La canción del camino una mirada a la infancia cargada de humanismo, su optimismo incansable ante los detalles hermosos de la vida y el gusto por la contemplación del paisaje, casi documental en este film. Su pequeña heroína, una niña que no está dispuesta a asumir las imposiciones de su sexo, empeñada en conseguir una guitarra con la que formar su propia banda, es a ratos una excusa para capturar con la cámara un costumbrismo poético desprovisto de sentimentalismos superfluos. Son las bazas de esta pequeña y hermosa película artesanal, construida en solitario. Algunos dirán que, carente de más contenido, la propuesta está vacía. Yo digo que no es poco mérito fotografiar la vida.

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Entramos al pase de la húngara On Body and Soul, Oso de Oro en la pasada Berlinale. Desde sus dos primeras y contrapuestas escenas, ciervos en un onírico paisaje nevado y la cruda realidad de unas vacas en el matadero, la película de la directora Ildikó Enyedi desconcierta. Poco a poco, el film va desarrollando un nexo de unión entre dos personajes también dispares. Él -Géza Morcsányi- es un maduro gerente discapacitado. Ellá -hipnótica Alexandra Borbély- una joven analista autista. Dos compañeros de trabajo anclados en su soledad que comparten los mismos sueños cada noche, como en una novela de Murakami. Por su propia naturaleza, cuesta un poco entrar en esta historia de amor bizarro que va cautivando con una extraña magia, transmutándose del drama al fantástico, el romance y la comedia negra con inesperados ramalazos de violencia. Un film tan excéntrico como cautivador, tan visceral como delicado, hermoso y poético. Lo que se dice, único.

Tras intentar entrar en el último y cotizado pase de The Square, vamos hasta Tabakalera para asistir a la proyección especial del documental Lumière! L’aventure commence. Se trata de una muestra de trabajos de los creadores del cinematógrafo seleccionada y comentada -aquí en directo y en un perfecto castellano latino- por Thierry Frémaux, también director de Cannes y el Instituto Lumière. Es un verdadero placer escuchar a este hombre hablar sobre esas primeras obras del séptimo arte, que todavía mantienen gran parte de su vigencia. Enfrente, un público muy entregado a la hora de reirle las gracias y admirar sus reflexiones, puro amor por el cine. Para el recuerdo, una pullita a Gerard Depardieu y la anécdota en la que Martin Scorsese relaciona a la niña de un cortometraje de viajes rodado en Indochina con la de la famosa fotografía de Vietnam, toda la historia del siglo XX atrapada entre dos imágenes. Por cierto, Thierry, si nos estás leyendo, acreditanos el año que viene.

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La directora Agnès Varda, merecido Premio Donostia en esta edición del Festival, nos trae bajo el brazo Visages Villages, codirigida junto al artista callejero JR, famoso por sus fotografías gigantes invasoras del mobiliario urbano. Conociendo las trayectorias de ambos, no es de extrañar que sus inquietudes y filosofía creativa confluyan en esta película que es, al tiempo, un luminoso diario de viaje por la Francia rural y un manifiesto que reivindica el valor perdido de los rostros en la época del selfie. Sin duda, hay que concederle a esta extraña pareja y su entrañable documental el don de la improvisación, que representan con el entusiasmo de los niños grandes. Detrás hay también un hondo sentir solidario en forma de diálogo intergeneracional. A sus casi noventa años, Varda parece convertir en un juego el rodaje de su película. Optimista, divertida, fresca y, lo más difícil, trascendente en la sencillez de su enfoque. Todo un canto de amor a la gente consagrado por el arte.

Terminar el día en las temibles butacas del K2 es una actividad de riesgo, pero Hirokazu Koreeda lo merece. Un Zinemaldi no está completo sin haber visto su última película. En The Third Murder el japonés abandona la temática de las relaciones familiares para embarcarse en un aparente thriller judicial. Y decimos aparente porque aunque la premisa de un abogado condenado a tratar con un cliente que se declara culpable bordea el suspense, la investigación de sus motivos termina en una serie de reflexiones filosóficas y dilemas morales tan poco concretos como el sexo de los ángeles, algo inaudito en un director que siempre ha destacado por su clarividente sutileza. Así, The Third Murder se pierde en sus propios soliloquios, vacíos como esa vasija hueca en que puede encarnarse el ser humano. Aunque tiene aspectos muy destacables como su fotografía, la partitura de Ludovico Einaudi o una dirección milimétrica, uno tiene la sensación haber visto un Koreeda decepcionante.

 

FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN 2017
DIA 3. 24 DE SEPTIEMBRE

Habituales del Festival son también el tándem compuesto por los directores Olivier Nakache y Eric Toledano, responsables del fenómeno Intocable y la mucho menos conseguida Samba. Le sens de la fête es una comedia coral clásica, desternillante, ligera y festiva. Con un ritmo de jazz imparable y un elenco de comediantes a cada cual más inspirado, destacando especialmente Jean-Pierre Bacri, Jean-Paul Rouve y un tremendo Gilles Lellouche, los franceses convierten una boda de lujo en un circo de enredos e imprevistos que culmina con fuegos artificiales. No hay trampa ni cartón en este film que busca la risa colectiva con oficio. Habrá quienes exijan a una comedia con fundamento un cierto poso reflexivo, un humor menos bufo o incluso una colección de gags comedida, pero para la inmensa mayoría de espectadores esta película es un buen caramelito con el que reírse en la butaca. Sí al humor para Señoras del Príncipe, deliciosa carne de tacañones. C’est la vie! Haters gonna hate.

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Sería una pena arruinar la sorpresa spoileando Three Billboards Outside Ebbing, Missouri. Basta con mencionar un asesinato sin resolver y a una madre indignada. Además de su protagonista y la música de Carter Burwell, Martin McDonagh parece heredar del Fargo de los Coen la disección sin anestesia de una sociedad de paletos incapaces de comunicarse más allá de la violencia, la América profunda de la white trash, el racismo y los abusos policiales, satirizada aquí en toda su brutalidad. Pero si aquella película se quedaba en la mofa, el extraordinario guión de Three Billboards consigue cambiar de registro a cada escena, ramificándose sin dejar de explotar su humor plagado de réplicas y tacos. Podríamos pedir ya todos los premios posibles para Frances McDormand, Woody Harrelson y -muy especialmente- Sam Rockwell, madre coraje, carismático sheriff e inútil ayudante retard con los que el film empatiza en sus claroscuros. No se la pierdan. Estamos ante la película del año.

La siguiente Perla nos llega desde Venecia, con un León de Plata al mejor director y el premio a la mejor ópera prima. El propio trailer de Jusqu’à la garde procura que el espectador entre al cine con una idea equivocada de lo que va a ver, tal y como nos ocurrió a nosotros. Y es que lo que comienza como un drama familiar en torno a una custodia compartida -ojo, cuidado ahora, que van spoilers- va subiendo de tono e intensidad hasta desembocar de forma vertiginosa en una película de terror cercana al slasher, el miedo sin máscara en el que opera la violencia de género. Ciertamente, los minutos finales de este largometraje dejan al espectador al borde del infarto, pero esta explosión encuentra su réplica en la alargada obertura en la que el monstruo presenta su mejor cara ante el juez. Excelentemente rodada e interpretada, con ambigua tensión y un ritmo medidos, el director Xavier Legrand arroja sobre el público una reflexión en bruto sobre la realidad más aterradora.

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Seguimos avanzando en la Sección Oficial. Le toca el turno a Una especie de familia, del argentino Diego Lerman, un cineasta especialmente interesado en el estudio de personajes femeninos en torno a la violencia. En esta película esa violencia sistémica se diluye en torno al omnipresente rostro de Bárbara Lennie, una médico empeñada en llevar a buen puerto una adopción irregular en una zona pobre del país. A pesar de algunos hallazgos visuales como los de la casa en el desierto, final de un camino a ningún sitio, o esa lluvia de grillos bíblica, Lerman opta por una puesta en escena sobria, dejando que todo el peso del film recaiga sobre su actriz protagonista, que responde bordando una soberbia interpretación, incómoda y tensa, rayana en la locura. Hay una cierta sensación de déjà vu en esta huida hacia adelante que no termina de concretarse más allá del retrato de Malena y su dilema moral irresoluble. Un interesante aunque irregular film que sugiere más de lo que muestra.

Olía a caspa a kilómetros de distancia pero tenía su cosa ver Operación Concha en el Zinemaldi, habida cuenta que esta comedia está ambientada en torno al Festival y habíamos podido ver cómo se rodaban algunas de sus escenas en los alrededores del Príncipe. Lo cierto es que hay algo de todo eso en el resultado final, como también hay una galería de personajes caricaturizados, demasiados diálogos sin chispa y una colección de tópicos extraídos de comedias de enredos y estafas. Hablar de cine dentro del cine sería otorgar a este producto unas pretensiones que no tiene. Aunque sea defendible como un film simpático, Operación Concha no parece tener claro a qué tipo de público se dirige, bajo una estela que cruza el humor de Airbag con el de Torrente. Ni siquiera la presencia del gran Karra Elejalde, la sorprendente vis cómica de Jordi Mollà o las buenas intenciones del resto del reparto salvan la película. San Sebastián se merecía algo mejor que esto. Floja, floja, floja.

 

FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN 2017
DIA 4. 25 DE SEPTIEMBRE

La Sección Oficial continúa con Licht, que firma la realizadora austriaca Barbara Albert. Cuenta la historia de Maria Theresia von Paradis, una joven pianista ciega que alcanzó fama en la Europa del siglo XVIII, centrándose en el periodo que pasó en la residencia del doctor Franz Anton Mesmer. Lejos de visiones complacientes, este sobrio biópic de corte academicista aspira a ser una suerte de estudio sobre la ceguera, la belleza de lo invisible y las verdaderas motivaciones del talento, que en este caso se escapa de las manos como si fuera esa luz a la que hace referencia el título del film. La actriz Maria Dragus, otra posible Concha de Plata, borda la representación de un personaje frágil, valiente e ingenuo, reflejo del papel que aquella sociedad cruel reservaba a las mujeres en toda escala social, de mono de feria a conejillo de indias. La de entonces y la de ahora, porque aunque Licht es un film de época, también es una película absolutamente moderna en sus planteamientos.

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Vamos con una de las Perlas más esperadas: You Were Never Really Here. Leyendo su sinopsis -un sicario al rescate de la hija de un político secuestrada- uno podría pensar que ya ha visto esta película antes… hasta que le explote la cabeza viendo cómo la directora Lynne Ramsay convierte un thriller de sobremesa en un film sumergido en una violencia sensorial, minimalista, muda, sórdida y salpicada de oscura poesía. Podríamos discutir, probablemente sin llegar a un acuerdo, cuánto de ejercicio de estilo y cuánto de verdadera trascendencia hay en este paseo sangriento por ese mundo podrido en el que se embarca sin remedio la dolorida bestia que esconde a Joaquin Phoenix tras la barba. Cierto, el resultado final debe bastante a Taxi Driver y a los envoltorios estéticos de Nicolas Winding Refn. No quita para rendirse ante un película que concibe el cine de autor casi como un martillazo de imágenes y sonidos en la cara del espectador. Es decir, cine en su estado más salvaje.

Cumplido nuestro sueño de ver a Arnold Schwarzenegger en directo, vamos a por el último tour de force de Ricardo Darín, enmarcado dentro de las Proyecciones Especiales del Premio Donostia. Hay al menos dos películas en La cordillera. Una es un thriller político. La otra, un drama psicológico con ecos a Hitchcock. Ambas confluyen en una cumbre de presidentes latinoamericanos, refugio para las intrigas y bajezas de unos y otros mandatarios. Sorprendentemente, a Santiago Mitre no le interesa ninguna de esas historias, sino elaborar con ellas un retrato poco complaciente de los que nos gobiernan, dando a entender que todo lo blanco tiende a corromperse hasta el punto en que ni siquiera podemos ver sus claroscuros. A La cordillera le pasa lo mismo. Tampoco es la película que parece. Es una pena que este pretendido psicoanálisis político se presente de una forma tan críptica, fría y ambigua, dejando finalmente al espectador con cara de póker. Original pero desconcertante.

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Muy poca gente en el Principal para ver Cargo, ópera prima del director belga Gilles Coulier a la que llegamos sin ninguna referencia, algo de agradecer teniendo en cuenta que se podrían escribir estas crónicas con lo que se escucha en los corrillos de las colas antes de entrar a ver las películas. Oscuro drama portuario en torno a una familia de pescadores cuyo patrón cae al agua, quedando en coma irreversible, el rudo universo masculino de esta película presenta a unos personajes aislados en sus propias islas emocionales a los que solo el mar sirve de nexo de unión. No todas sus historias están igual de bien hiladas. Si la lucha entre los dos hermanos mayores por mantener un estilo de vida destinado al fracaso o afeitarse y tirarlo todo por la borda funciona, la irrupción de ese tercero en discordia y algunas de sus licencias dramáticas chirrían bastante. Un film solvente e interesante pero un tanto alargado. No se libra de haberse visto ya demasiadas veces en Nuevos Directores.

 

FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN 2017
DIA 5. 26 DE SEPTIEMBRE

La sabia decisión de evitar las sesiones de medianoche, unida a una agenda bastante agradecida, nos permite disfrutar este año de todas las películas en condiciones. De otro modo, no sería fácil encarar la rumana Pororoca, onomatopeya que -gracias Wikipedia- los guaranís utilizan para describir a las olas que barren el Amazonas. Esta fuerza arrolladora la va cocinando a fuego muy lento el director Constantin Popescu durante más de dos horas, ensañándose con la desesperación de un padre cuya hija pequeña desaparece en interminables planos fijos, que rodados con la naturalidad de un maestro hacen que no les sobre ni un segundo. Es un film que exprime su exploración psicológica e impacta por el poso de ambigüedad, angustia y horror que va dejando en el espectador. Va a ser muy difícil quitarle la Concha de Plata al actor Bogdan Dumitrache por ese descenso progresivo a los infiernos de la locura. Qué mirada… Tremendo. Nuestra favorita en lo que llevamos de Sección Oficial.

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Continuamos a concurso con Sollers Point. En cada Zinemaldi nos suelen colar alguna película en Sección Oficial cuya selección no terminamos de entender. Esta es de esas. El director americano Matthew Porterfield busca construir el retrato de un chaval conflictivo en las deprimidas calles de Baltimore. Es de agradecer que la vida de Keith -inexpresivo McCaul Lombardi- nos presente esta dura realidad de manera aséptica y algo más comedida de lo que viene siendo habitual, aún con la aparición de las drogas, armas, pandillas, condicionales y otros tópicos del barrio malo. Hay bajo esta capa el poso de un sueño americano quebrado, un desencanto con todo que se manifiesta en el viaje a ninguna parte de este bala perdida sin remedio. Es el sello de un cineasta que siempre se ha interesado más por capturar las sensaciones de los entornos urbanos como viñetas expositivas de quienes los habitan que por contar verdaderas historias. Por eso su película parece tan poquita cosa.

Teníamos muchas ganas de ver Wonderstruck, el último trabajo de Todd Haynes, ganador del Gran Flipesci de Oro 2017. Tras la maravillosa Carol, el americano sorprende con un melodrama infantil que cuenta la historia paralela de unos niños fugados de casa en dos épocas, los años veinte del cine mudo y la Nueva York de los setenta. Esta película hereda su tono ligero del cuento ilustrado de Brian Selznick, también autor de La invención de Hugo, al que Haynes adiciona el gusto estético que lo caracteriza. La simetría sincopada de su puesta en escena recuerda a la belleza artesanal de un diorama, abrazada por una desbordante partitura de Carter Burwell, telón de fondo sobre el que proyectar intertítulos, sorderas y otras conexiones emocionales. Wonderstruck es una película que hay que ver como un libro desplegable, con el espíritu de un niño, sobrevolando su buenismo azucarado. Tal vez algunos se sientan decepcionados con este cuentito… pero qué bonito lo rueda!

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Regresamos a la Sección Oficial con El secreto de Marrowbone, debut en la dirección del español Sergio Gutiérrez Sánchez apadrinado por Juan Antonio Bayona y Mediaset. A pesar de un apartado técnico intachable, este gótico americano de secretos familiares enterrados y casas encantadas falla precisamente en la especialidad de su director, guionista de films como El orfanato, Lo imposible o Palmeras en la nieve. La historia de los Marrowbone es un pastiche que toma prestado cosas de Los otros, Il nascondiglio de Pupi Avati o las tinieblas infantiles de Jack Clayton. Sin embargo, lo que le pierde es tratar de camuflar esa falta de ideas con una vuelta de tuerca desafortunada. El espectador ya conoce el truco del sueño de Resines y cuando uno se pasa de rosca la sorpresa puede pasar a ser de indignación. Las risas que se han escuchado en el pase de prensa son prueba de ello. Hechuras de taquilla para un film tan impersonal que parece hecho con los descartes de otras películas de terror.

También fuera de concurso está Morir, de Fernando Franco. Con un planteamiento cinematográfico similar al que exhibiera en La herida, su película radiografía por etapas la descomposición de una pareja frente a una enfermedad terminal que lo invade todo hasta pudrir el amor. El aislamiento, la soledad, la degradación, la crueldad, el egoísmo… En la crónica de esta muerte anunciada hay una serie de miradas al vacío anticipadas en los ojos de la pareja protagonista, unos superlativos Marian Álvarez y Andrés Gertrúdix. Estos abismos aparecen también en la dolorida música de Mursego y Javi P3z en la que busca refugio Luís, o en ese mar que corromperá el recuerdo del último verano. Pero está también en la mirada interior del propio espectador. Por eso, a la salida de la proyección no es fácil dirigirla hacia los recovecos de nuestra vida y la muerte que un día pisaremos. Honesta verdad para una pieza de cámara sin destilar. Realista, contenida, íntima, pudorosa y amarga.

 

FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN 2017
DIA 6. 27 DE SEPTIEMBRE

Al igual que ayer, comenzamos el día con una película Rumana a concurso. El país nos ha dado muchas alegrías en el Zinemaldi en los últimos años con largometrajes como Sieranevada, Comoara, 4 meses, 3 semanas, 2 días o The Magic Mountain. Por desgracia, Soldatii. Poveste din Ferentari no está a la altura de las mencionadas. Ivana Mladenovic se recrea en la sordidez del peor barrio de Bucarest a la hora de presentarnos el poco creíble romance entre un chapero gitano y un doctorando en busca de material para su tesis, relación a ninguna parte en la que las intenciones de uno y otro juegan con el poder y la necesidad. Se nota un cierto pudor respetuoso a la hora de mirar a estos personajes, especialmente sabiendo que la película parte de una novela autobiográfica del actor protagonista, Adrian Schiop. Es un film de corte casi documental, repetitivo y sin rumbo con el que resulta difícil conectar. Volvemos a Sieranevada y Pororoca y aquí dos horas se hacen largas.

Michael Haneke siempre ha sido un provocador, pero en esa provocación venía implícito un retrato de la sociedad contemporánea y sus males. Aunque también esté presente en Happy End, esta vez el austriaco parece quedarse en la superficie de sus obsesiones habituales sin profundizar en ellas. La moral de la burguesía, la maldad en la mirada del niño, las relaciones familiares envenenadas… Resulta difícil no pensar en Elle viendo esta película y no solo por la presencia de Isabelle Huppert. Si en aquél film Verhoeven subvertía de forma brillante algunos de estos temas, aquí la sátira es más bien una farsa. Podemos reconocer el sello del autor prácticamente en cada escena. Una idea de El vídeo de Benny, otro poco de Caché, un eco a La pianista… Resulta significativo que el director se permita incluso autorreferenciarse, contando que hace unos años Jean-Louis Trintignant asfixió a su mujer con una almohada. No está mal, pero un Haneke encasillado en sí mismo es menos Haneke.

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Si algún lector todavía no ha visto Mother! debería dejar de leer. La película de Darren Aronofsky hay que disfrutarla virgen, tratando de encontrarle un sentido al caos que va desatando en pantalla en torno a un escritor en crisis y su sufrida esposa. Como todo creador, Dios necesitaba ser adorado. Primero creó a Adán y de su costilla surgió Eva. Tras su expulsión del Paraíso, engendraron a Caín y Abél. Aunque los hombres habían pecado, las puertas de la casa del Señor siempre están abiertas, pero nadie recuerda que es su mujer la que tiene que recoger la mesa. Y detrás está el ¿amor?, como eterna fuente de fe, renacido de sus cenizas, reseteando el mismo ciclo eternamente. Mother! es una metáfora en sí misma, fagocitando capa tras capa de múltiples lecturas para una terrible relación de dependencia destructiva. Se sale del cine deseando verla de nuevo para captar toda su simbología. La Biblia, el Nuevo Testamento y el Apocalipsis según Aronofsky: Teología del cine del exceso.

Aunque pertenezca a la tradición del indie americano, Life and Nothing More está rodada por un madrileño. Es un origen inesperado para un cineasta que busca retratar con veracidad y naturalismo lo que significa ser afroamericano y pobre en Estados Unidos. La fotografía de estas desigualdades sociales ya la hemos visto antes, pero lo que pone en valor la película de Antonio Méndez Esparza es el modo en que enfoca a sus dos protagonistas, una madre coraje -estupenda Regina Williams- y su hierático hijo, delincuente en potencia. El drama en elipsis de La vida y nada más hace sin duda honor a su nombre, con contención, actores no profesionales y un estilo sobrio, muy cercano a la docuficción, tras el cristal de una pantalla por la que se observan las emociones. Podríamos hacer una comparativa con Sollers Point para darnos cuenta de que aquí la viñeta sí consigue ir un paso más allá. Sin abrazar la ovación que le ha regalado la sala, es un film tan correcto como honesto.

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Qué mejor manera de despedir el día que con un musical. La llamada no podría entenderse sin el fenómeno del espectáculo original y su nutrida legión de fans. Son los propios autores de la obra, Javier Ambrossi y Javier Calvo, quienes se han cuidado de llevarla a la gran pantalla y aunque su dirección se siente un poco tosca, sí tienen claro que aquí lo primordial era capturar ese espíritu de comedia chispeante, absurda, kitsch, original y tierna. Y vaya si lo consiguen. Gran parte del mérito lo tiene el cuarteto de actrices protagonistas, Macarena García, Gracia Olayo, Anna Castillo y una genial Belén Cuesta, que se lo traen mascadito desde las tablas. Es una mamarrachada, de acuerdo, pero una mamarrachada maravillosa que sabe reírse de sí misma con el espectador. Todo un guilty pleasure, que les dicen ahora. La música es lo de menos. Monjas, crisis de fe, campamentos de verano, millennials chonis, electro-latino y Dios cantando Whitney Houston. ¿Qué podía fallar?

 

FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN 2017
DIA 7. 28 DE SEPTIEMBRE

Hace unos días pudimos ver en Tabakalera The Room, que tiene el dudoso honor de haberse convertido para algunos en la peor película de la historia, hasta el punto de alcanzar un estatus de culto en sesiones golfas. En The Disaster Artist James Franco reimagina precisamente el rodaje de aquél film producido, dirigido y protagonizado por un ser tan fascinante como incomprensible, pero lo hace a través de una comedia que destila un sincero cariño por sus personajes. Y es que si el pretendido drama de The Room se convirtió en comedia involuntaria, la comicidad buscada de The Disaster Artist esconde un poso dramático sobre el talento, la lucha por alcanzar nuestros sueños, la amistad y las miserias del éxito. Sus méritos van mucho más allá de la risa y la calcamonía recreada en los créditos. Todo un acierto del comité de selección meter a competición el poliédrico film que ha perpetrado Franco. ¿Será posible imaginar qué dirá Tommy Wiseau cuando la vea? Oh, hi Mark.

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Estaba llamada a ser una de las películas del Festival y no ha decepcionado. The Florida Project fotografía la pobreza de un motel de Orlando colindante con el cartón piedra mágico de Disney World, escenario en el que malviven una joven madre y su hija. Impresiona cómo el director Sean Baker enfoca esta dura realidad a través de los ojos de sus actores infantiles, una inocencia que no ve -pero intuye- más allá del morado chillón de una fachada, como un algodón de azúcar podrido. Su cámara ama a los personajes, el grupo de niños que capitanea esa pequeña (anti)princesa Diney, puro encanto, desparpajo, descaro y vulnerabilidad, su pendenciera madre o el conserje con corazón de oro al que encarna Willem Dafoe. Baker consigue capturar vida, verdad y belleza en la mugre de la white trash, desenterrando ternura en su miseria. Lo expresa muy bien la pequeña Moonee en un momento dado del film: «Este es mi árbol favorito, porque aún caído sigue creciendo». Maravillosa.

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Seguimos en Perlas pero abandonamos la calurosa Florida por la frialdad de Rusia. Loveless es lo último del imprescindible Andrey Zvyagintsev, erigido ya como el cronista más implacable de su país. Tras la estela de Elena y Leviatán, el director utiliza la desaparición del hijo de un matrimonio en proceso de divorcio para elaborar la disección de una sociedad en decadencia, incidiendo en su individualismo egoísta como posicionamiento político. Como acostumbra, Zvyagintsev se recrea en una puesta en escena elegante, medida, sobria y glacial, dibujando una atmósfera sostenida en todos esos paisajes en ruinas en los que brilla la fotografía de Mikhail Krichman, casi reflejos del post-apocalípsis de Stalker. Nelyubov es pues otro cruel puñetazo en el hielo de un cineasta incómodo, una radiografía moral que trata de desenterrar el mal bajo la nieve. Le evidente lectura final es que no hay amor en Rusia. Todos estamos perdidos sin una madre patria que nos proteja del frío.

A estas alturas ya es indiscutible que la frontera entre los mundos del cine y la televisión ha desaparecido. Consciente de ello, el Zinemaldi ha tenido a bien emitir en sus pantallas series como P’tit Quinquin, Shokuzai o, ahora, La peste. El interés de la producción de Movistar+ es evidente si decimos que la firma nada menos que Alberto Rodríguez. No parece justo valorarla viendo solo sus dos primeros -de seis- episodios pero sí podemos adelantar que en la presentación de este trabajo ambientado en la maloliente Sevilla del Siglo XVI hay unos valores de producción con aspiraciones HBO. Entre la crónica histórica y una aventura detectivesca tras los pasos de un asesino en serie, se apunta que también en esa época había fango debajo de la política y su juego de intereses. Desde luego, esta toma de contacto nos deja con ganas de más, aunque habrá que seguirla en pantalla pequeña. Llegará un día en que veamos en el Zinemaldi una serie a concurso. Y si no, al tiempo.

No salimos de la pequeña pantalla porque la última del día es Fe de etarras, que dirige Borja Cobeaga y produce la todopoderosa Netflix. La polémica de Cannes en torno a la irrupción de las plataformas digitales en la industria del cine se había desplazado aquí por la que llevaba aparejada el guión y la campaña publicitaria de esta comedia sobre una risible cédula terrorista que prepara un atentado en Madrid durante el Mundial de Sudáfrica. Más cercana a los sketches televisivos de Vaya Semanita y Ocho apellidos vascos que a la hondura de Negociador o la mala baba de Four Lions, Fe de etarras resulta mucho más interesante por cuanto tiene de necesaria que por su colección de gags, aunque nos reserve un par de momentos grandiosos. Del juego de las banderas al esperpento de un fin de raza tras el que se intuye el drama de las personas, no se puede decir que Cobeaga y San José hayan dejado de ser fieles a su estilo por no dejar títere con cabeza. Ante todo, eso les honra.

 

FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN 2017
DIA 8. 29 DE SEPTIEMBRE

Comenzamos el día con The Captain, un film que nos traslada hasta el hundimiento de la Alemania nazi en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial. Aunque basada en hechos reales, el director Robert Schwentke no ha querido ceñirse solo al terreno de lo histórico. En la deriva de ese desertor que usurpa -y termina adoptando- el rol de un despiadado comandante nazi también se nos aparece la nueva extrema derecha de un sistema moral en peligro de derrumbe. Es más, los sorprendentes títulos de créditos finales, una especie de grotesca cámara oculta, nos confirman que The Captain es un film tan decididamente político en su retrato de los excesos como el Saló de Pasolini. Presidida por una esplendida fotografía en blanco y negro y la gran interpretación del joven Max Hubacher, Schwentke rubrica un trabajo excesivo, incómodo, cruel y formalmente impecable que explica sin paliativos cómo el poder alimenta a los monstruos. No debe descartarse su presencia en el palmarés.

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Easy Rider, Little Miss Sunshine o Diarios de motocicleta son algunos de los títulos que podríamos mencionar en una lista de road movies imprescindibles, películas que hablan de viajes interiores en la carretera. Sin llegar a ese nivel, The Leisure Seeker es también la historia de un viaje al final del camino, crónica de una muerte anunciada y retrato de la vejez, el amor y la enfermedad. Gran parte del mérito de esta comedia tierna y amarga hay que atribuírselo a la pareja de ancianos interpretada por Helen Mirren y Donald Sutherland. Levantan por sí mismos los momentos más impostados de una historia que avanza de manera intermitente, con los parones propios de una vieja autocaravana que ya no da más de sí. En algunos momentos la película podría ir más allá de la anécdota pero el italiano Paolo Vìrzi nunca frena del todo en las paradas que llevan al ocaso de Key West, excepto en las de la lágrima fácil. Un film tibio y amable, en el peor sentido de la palabra. Tienen su público.

Un actor veterano ante una escena nunca interpretada y un grupo de niños empeñados en hacer una película. Nobuhiro Suwa sigue reivindicándose como un lúcido heredero de la Nouvelle Vague en Le lion est mort ce soir, un trabajo tan libre como esos chavales que ruedan su historia sin guión con un Jean-Pierre Léaud que aparece en mitad de un rodaje interrumpido. Todo parece espontáneo -y en gran medida, tal vez lo sea- en este film presidido por una sencillez poética sin pretensiones. Con una metáfora desprovista de florituras en la que ficción y realidad se confunden, indisolubles, el japonés plasma una bellísima reflexión sobre el cine como aventura vital. Y mucho más allá. Para encarar nuestra muerte, tenemos que dialogar con los fantasmas del pasado. Nunca podremos saber cómo termina esta película ni tampoco nuestra propia historia. Sin embargo, Suwa sabe que siempre hay un fundido en negro para cerrar cualquier relato. Celuloide en estado puro, hermoso y brillante.

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Otra vez, de Sección Oficial a Perlas. Robert Guédiguian no podía faltar en el Zinemaldi. La villa parece congregar todas las inquietudes del director de Marsella en un film casi testamentario. En la reunión de una familia en torno a un patriarca agonizante y un paisaje que vivió tiempos mejores está la melancolía de unos ideales pasados de moda, su mirada al pasado con un ojo puesto en el presente que sigue vivo, con sus injusticias y esperanzas, un baño en el mar teñido por la luz del invierno… Como en una obra de Chéjov, aquí lo importante está en lo que no se dice. Aunque el drama familiar de la película sí que funciona -cómo no con semejantes actores, sempiternos Gérard Meylan, Jean-Pierre Darroussin y Ariane Ascaride- los virajes hacia la denuncia social se antojan forzados. Se le puede perdonar a un cineasta tan comprometido con su obra y su ideario. Haría un dúo estupendo con Las nieves del Kilimanjaro. Y eso es decir mucho y bueno de esta película.

Que me perdonen los que lean esto por no haber visto Narcos, aunque el año pasado sí que cayó en el Festival Escobar: Paraíso perdido. Sea como fuere, parece que la Pablomanía sigue interesando lo suficiente como para que ahora nos llegue Loving Pablo, la misma historia contada a través de los ojos de su amante. Debería hacerse abstracción de todos esos acreditados que acuden a un pase de prensa a hacer sangre. Y sí, puede ser muy risible ver a dos actores españoles hablando inglés con acento colombiano (?), el barrigón postizo de Javier Bardem y algunos percances interpretativos de Penélope Cruz, pero la película de Fernando Léon de Aranoa tiene también detalles de producción, brío en sus interludios de acción, un actor protagonista que da auténtico miedo y momentos de cine nada desdeñables. No hay tensión dramática pero son dos horas que no aburren. Que no es poco. Tal vez llego tarde. Llámenle guilty pleasure, visiten la Wikipedia o digan que la serie era mejor.

 

FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN 2017
DIA 9. 30 DE SEPTIEMBRE

Nuestro último día de Festival no suele prodigarse en proyecciones, siendo habitual dedicarlo a la clausura y las retrospectivas. Sin embargo, este año hemos conseguido mantener la media de cinco películas diarias. La escogida para cerrar la Sección Oficial es The Wife, un drama sólido pero un tanto manido en torno a un escritor de renombre y su abnegada esposa, matrimonio bien avenido en el que se van evidenciando fisuras cada vez más grandes con la entrega de un galardón literario. El sexismo que rodea a la figura de las mujeres que se esconden tras los grandes hombres es el tema central de esta historia en la que sobresalen los actores Jonathan Pryce y muy especialmente la siempre brillante Glenn Close, conducida por el sueco Björn Runge a través de una dirección tan sobria como los paisajes nórdicos y protocolarios en los que se desarrolla. Sin ser en absoluto una mala película, se ve, se aplaude y se olvida rápido. Como una ceremonia los premios Nobel.

De la extensa retrospectiva dedicada al cineasta Joseph Losey solo podemos rescatar Steaming, un interesante film ambientado en una sauna pública para mujeres. Sin esconder sus orígenes teatrales, el director elabora un estudio íntimo del mundo femenino enfrentado a unos hombres que nunca aparecen en pantalla, explorando ese microcosmos de cuerpos desnudos a través de conversaciones y monólogos que desvelan muy distintos puntos de vista respecto de su sexualidad, dependencia, empoderamiento, aspiraciones y desengaños. El reparto, encabezado por Vanessa Redgrave, Sarah Miles y una superlativa Patti Love, justifica sobradamente el visionado de esta película, además de la última aparición en pantalla de la icónica sex symbol Diana Dors. Fue también el último trabajo del director, que murió antes de su estreno. Puede que estéticamente los ochenta le hayan pasado factura, pero el feminismo palpitante de este largometraje mantiene intacta toda su vigencia.

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Que la comedia romántica indie se haya convertido en una etiqueta comercial como cualquier otra ya no sorprende a nadie. A primera vista, el guión de The Big Sick parece contener muchos de los convencionalismos del género, pero en un momento dado su historia de amor entre un cómico de origen pakistaní y una chica blanca americana da un giro inesperado… Y hasta aquí los spoilers. Apadrinado por Judd Apatow, Michael Showalter se las ingenia para contar un relato bien medido entre la luminosidad del humor ligero y el drama. El componente autobiográfico del film y la ternura de los personajes que rodean a la adorable Zoe Kazan hacen que en este romance haya una cierta verdad. La etiqueta de Sundance podría espantar a algunos espectadores pero lo cierto es que The Big Sick puede recomendarse a cualquier tipo de público. Bonita, original, de sonrisa en la boca y finalmente conmovedora. Como esa gran enfermedad que es el amor, termina cautivando.

Otra de las secciones que tampoco habíamos pisado en esta edición era Horizontes Latinos, una apuesta arriesgada que casi siempre esconde buenas películas. La escogida a última hora fue Al desierto. En este thriller con alma de western moderno ambientado en la Patagonia más inhóspita, el argentino Ulises Rosell convierte la premisa de un secuestro en una historia de supervivencia desnuda, protagonizada por una pareja de personajes -Valentina Bassi y Jorge Sesán- que se pierden para terminar encontrándose. Hay algo de hipnótico en esos paisajes infinitos en los que el viento es el único elemento en movimiento, como lo hay en sus antagonistas incómodos, de pocas palabras, espectadores de una lucha psicológica a cielo abierto. Este choque de personalidades nos remite nada nada menos que a Centauros del desierto. Al igual que sucedía en la película de John Ford, el ser humano es también un paisaje salvaje y desolado que atrae y horroriza al mismo tiempo.

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Aunque algunos pudimos verla unos días antes de su estreno, era imposible terminar el Zinemaldi sin dedicar unas pocas líneas a Handia, una de las películas que más atención han acaparado -y con razón- en esta edición del Festival. El tándem Jon Garaño-Aitor Arregi cuenta aquí la historia del gigante de Alzo, que exhibió su estatura en el Siglo XIX. Más allá del biopic histórico, Handia bebe de la fricción entre mundos enfrentados en una época de cambios -las tradiciones inmutables del caserío rural y los nuevos modos de la burguesía, la realidad y el cuento…- del mismo modo que el drama de los hermanos Eleizegui es también la lucha sin solución de un gigante que nunca quiso crecer y un hombre pequeño que buscaba hacerse grande. Todo ello lo recrea la película con un precioso y cuidadísimo acabado visual que nunca cae en lo fácil. Handia es pues un film gigante anclado en lo íntimo. Tiene una magia difícil de definir. Poética, profunda, hermosa y universal.

 

Top Sección Oficial

  1. Pororoca
  2. The Disaster Artist
  3. Handia
  4. Licht
  5. Le lion est mort ce soir

Top Perlas

  1. Three Billboards Outside Ebbing, Missouri
  2. Call Me by Your Name
  3. Mother!
  4. The Florida Project
  5. On Body and Soul

 

Textos: @Fer_Iradier
Fotos: @javivoland