Exposición · IRENE VILLALVA
VIERNES 12 DICIEMBRE [19:00 h]
En nuestra última exposición del año es una muestra individual que tiene como protagonista a Irene Villalba, una de las artistas con un discurso narrativo y pictórico más sólido de nuestra tierra.
Sobre la obra de Irene Villalva (por Paúl Lataburu):
El arte de Irene Villalva podría definirse como una investigación antropológica, en la que la condición humana domina toda la escena pictórica de la artista alavesa. Esta vertiente humanista que otorga a toda su obra está claramente influenciada por su interés en la psicología, carrera que estudió y en la que se graduó previamente a comenzar a trazar su trayectoria como artista. Los diálogos entre su pintura y los materiales que completan cada obra son constantes, como es una constante la visión poética y sociológica que ofrece en cada una de sus piezas. A través de las miradas y las no miradas de sus personajes, casi siempre inmersos en estado de flow, establece una conexión emocional entre obra y espectador, en un encuentro que se siente atemporal y se enmarca claramente en un contexto contemporáneo.
Os esperamos, la artista estará presente en la muestra, que acompañaremos de una charla sobre la misma y unos buenos temas musicales después. Entrada libre.
Sobre Tu herida es la mía:
Nuestra identidad no empieza en nosotros.
Somos lo que vivimos, pero también —y quizá sobre todo— lo que recordamos de aquello vivido. Cada recuerdo es una interpretación: fragmentada, parcial, subjetiva. Un regreso al pasado desde quien somos hoy. Y en esa mezcla inevitable entre lo experimentado y lo reconstruido, descubrimos que la identidad nunca es enteramente propia. Lo que creemos individual se sostiene, en realidad, sobre un relato común.
En un contexto postmoderno donde todo se fragmenta, polariza y las narrativas colectivas parecen perder fuerza, esta exposición propone recuperar un territorio compartido: un espacio silencioso que nos une y persiste incluso cuando el presente insiste en empujarnos hacia el individualismo como norma.
Los soportes elegidos —libros, partituras, periódicos, documentos antiguos— no son meros contenedores formales; son capas de memoria ya existente. Materiales que han vivido antes que la obra y que, con sus huellas y desgastes, amplían el diálogo sobre lo común. Así, cada pieza comienza mucho antes de la intervención de la artista.
Las obras revelan que la identidad no se construye en solitario. Surge en el cruce entre lo individual y lo colectivo, allí donde el pasado compartido y lo que cada uno recuerda se entrelazan para generar nuevas lecturas. De este modo, la identidad se configura igual que estos trabajos: sobre estratos de tiempo, relatos heredados, recuerdos propios y heridas que, aunque creemos íntimas, nos atraviesan a todos.
