Artículo de opinión · Los Monty Phyton se hubieran puesto las botas
Estamos en una realidad que podría ser como una película mala de las de Marvel, malísima. O buena de los Monty Phyton, buenísima. Nos orientaremos por las de Marvel. La diferencia entre las películas malas de Marvel y esta realidad que vivimos en la actualidad es que en la ficción existen villanos pero también existen héroes. Sin embargo, en la realidad que vivimos a diario existen villanos, pero no reconocemos a ningún héroe que pueda hacerles frente y derrotarles. Otra gran diferencia es que en las películas de Marvel, sean malas o peores, la imagen es visualmente bastante épica e impresionante (…de lo poco que se salva en estas super producciones). Y en nuestra realidad de hoy, sin embargo, no hay nada de épico, sino que abunda lo cutre, lo feo, lo decadente, lo deprimente, lo estrafalario, lo ridículo, lo tontísimo… y todo esto es lo que representan los villanos de nuestra realidad, y me dejo algunos adjetivos descalificativos más. Quería escribir estas palabras porque allá donde mires, quién está dirigiendo el cotarro (que no son los villanos de los que hablamos precisamente) han `puesto` a auténticos zoquetes – mequetrefes al `mando` y con ello, nuestro porvenir y nuestro dudoso estado de bienestar está en sus sucias manos. Y es curioso, porque a diferencia de la ficción, en esta realidad surrealista que estamos sufriendo, estos villanos se enfrentan entre sí porque no existe héroe que les haga frente.
Estamos en una sociedad tan bajo mínimos en lo que se refiere a valores y a valor, que podríamos decir que el héroe etéreo es la empatía, el cariño, la sensibilidad y el sentimiento de fracaso social. Pero, de esto no saben los villanos, que están por encima del bien y el mal y reciben órdenes de los innombrables y dirigen desde sus palcos vip con la alfombra roja puesta, ante la falta de resistencia de los tan aclamados e inexistentes héroes que han de derrotar a semejantes tontos malvados. Porque la única resistencia es la débil resistencia de una parte de la sociedad, aquella que no les ríe las gracias a los desgraciados villanos. Y esta se diluye entre pantallas de móvil, se desvanece en el momento en el que nos quedamos absortos haciendo scroll. Siempre hay un veneno que debilita incluso aniquila a los héroes. Tales pantallas serían en este caso nuestro tremendo talón de Aquiles. Y qué tan efectiva criptonita.
El paralelismo entre Marvel y nuestra realidad es acojonante. Y no uso la palabrota acojonante como para vestir de cierto canalleo este artículo. Es que acojona de verdad sabernos en manos de villanos cuya maldad y sobre todo, cuyo catetismo supera con creces a la maldad de ciertos malos de las películas de superhéroes, que parecen muñequitos del guiñol (aquel humor era oro) comparadas con los Trump, Musk, Netanyahu, Putin, Milei o Abascal, o Ayuso, por poner también la figura de una villana y por poner sólo algunos ejemplos.
Estos “sublíderes” son gente que se esconde detrás de un discurso básico, violento, populista, ridículo y vacío, que alimenta el odio. Son auténticos guiñoles (estos no son de humor), figuras repelentes que atraen fácilmente a quien tiene ganas de aplaudirles. Esta masa de enfervorizados seguidores son sus súbditos, pero ellos aún no lo saben. Esta masa. Esta masa que abunda.
Para terminar, haré una última comparación. Yo lo veo como El Señor de los Anillos. Hay una facción buena, el bien, y una facción mala, el mal, hasta el más
tonto percibe la diferencia. Y hay un héroe entre los héroes, que ayudado por el verdadero héroe, arroja el anillo al fuego. Es una preciosa ficción con un final no se si feliz, pero por lo menos reconfortante. Si Tolkien, que si no me equivoco, escribió esta historia en el contexto de la 2a Guerra Mundial, tuviera que volver a escribir ahora… el anillo sería un móvil. Un móvil que controla / atonta las mentes de toda la sociedad a través de cada celular personal. Pero me temo que la realidad siempre supera a la ficción, en crueldad, en complejidad y en imbecilidad. Si los Monty Phyton tuvieran 20 años, se estarían poniendo las botas…
No se si tiene algún sentido este artículo, si está bien estructurado. Me dejo muchas ideas en el tintero, ha sido difícil ordenar y sintetizar, pero me apetecía escribirlo.
Textos: Paul Lataburu