MARKUS AKESSON.

Llega por fin el frío, después de un cálido otoño. Se acerca la navidad, oh, sí, la maldita pero en el fondo tan deseada navidad. Incomprensiblemente, esta época del año me recuerda a los países nórdicos, a la idílica vida y costumbres nórdicas. Sus ciudadanos suecos, noruegos, daneses… esas familias perfectas viviendo en esas preciosas casas amuebladas de arriba a bajo de Ikea, en esos pueblos en los que nunca pasa nada malo, cercanos a ciudades perfectas como Estocolmo, Oslo o Copenhague. Esos jardines perfectos a pesar de la dura climatología, en los que probablemente cada vecino tenga un cadáver enterrado en su jardín. Y es que, si algo han sabido hacer los escritores suecos, es encandilarnos con sus novelas negras, llenas de secretos turbios y trasfondos problemáticos detrás de una sociedad ejemplar y muy cívica. Pero no solo de escritores vive Suecia, concretamente. Descubrimos a Markus Akesson, un artista cuyas ilustraciones podríamos definir como «momentos cotidianos donde se respira una calma tensa». Instantes, segundos de una secuencia anterior o posterior en la que algo inquietante sucede. Sus personajes, en muchas ocasiones niños,  tienen el perfil que a todos nos viene a la cabeza cuando pensamos en ciudadanos nórdicos. Gente de bien, niños de bien. Sin embargo, algo ha pasado en torno a las ilustraciones de Markus Akesson, que no llegamos a adivinar. Esa es la inquietante sensación que nos dejan sus pedazo de ilustraciones.

http://www.markusakesson.com/

 

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