Entrevistamos a David Cívico. Un artista donostiarra que hizo un millón de euros en Bilbao. Entre otras cosas.

David Cívico es un artista donostiarra que cruzó la A2 de aquí hacia allí, y que lleva establecido en Bilbao desde hace tiempo. Allí desarrolla todos sus proyectos, al otro lado de la ría, donde todavía se siente ese aroma industrial de la antigua urbe de la siderurgia, a cuenta gotas, pequeño reducto.  Hablamos con él de esta emigración artista, de un millón de euros y del panorama actual en el mundo. En general. En Bilbao, que es donde nos reunimos.

Está bonito, Bilbao. ¿Se ha `empijado` un poco desde hace años no? ¿En qué andas ahora mismo?

Bilbao está un poco en la estela de Donosti, se está empezando a parecer mucho. Yo vivo en el casco viejo, la zona más turística, y es verdad que está cogiendo esa rutina de ciudad turística. El otro día, una asociación de chavales del barrio puso unos carteles en referencia al turismo, así que estamos un poco en la estela de Donostia en ese sentido. Una cantidad terrible de turistas al cabo del año y eso tiene sus consecuencias.

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Nos llamó mucho la atención tu proyecto ´Un Millón de Euros´. Dada la situación actual, la importancia suprema de la economía, que lo rige todo hoy en día, la corrupción pestilente… Igual es el momento ideal para hablar de cómo fabricaste un millón de euros y para qué…

El proyecto fue comenzado en 2013, coincidía con el final de la primera parte de la crisis económica, en la que todavía estamos sumergidos e inmersos. La idea era generar un espacio de representación para el dinero. Yo ponía en paralelo la representación económica en la forma de un billete con la representación artística en la forma de una acuarela, como hice en este caso. Dibujé un millón de euros en billetes de 500, de tal manera que puestos uno detrás de otro a 25 frames por segundo generaban una animación, un video de 1 minuto y 20 segundos. Esto, por las dos caras, por lo que eran dos minutos y cuarenta segundos. La idea era generar un espacio de ficción en el cuál tú nunca tuvieras acceso a los billetes, al dinero. En la galería en la que hice esta exposición, espacio Marzana, proyecté las dos animaciones en dos pantallas y las filmé dentro del propio espacio.  Y dentro de ese propio espacio las volví a proyectar alternando los sitios en los cuáles habían sido filmados. Se generaba una especie de falso espacio de representación tanto del espacio de la galería como de la propia representación del billete. Por resumirlo, lo que se cuestionaba era el hecho tangible de la economía. Tú estabas allí en la galería y lo que veías era como una bruma, de imagen vibrando, que eran un billete detrás de otro. El hecho es que yo tenía una serie de dibujos que eran los billetes y no sabía muy bien qué hacer con ellos.

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¿Qué ha pasado con esos billetes?

Los billetes tenían el tamaño y la escala de dinero de verdad, eran acuarelas pintadas por las dos caras. Para mí este elemento físico no era lo interesante del proyecto. Mi idea era hacer que los billetes desaparecieran al final del proyecto de una forma no muy evidente. El caso es que el 10 de enero se inaugura el aniversario de la galería Espacio Marzana, que me lleva como artista en Bilbao, y van a hacer una exposición colectiva para conmemorar estos quince años. Su propuesta es que el precio de salida de cada pieza que va a estar expuesta en esta exposición sea voluntario. Va a haber una urna físicamente, ya le dije yo que con la situación actual tuviera cuidado con lo de las urnas… Todo esto va muy al hilo de lo que está sucediendo hoy en día a nivel de conflictos sociales, de la ausencia de mercado para el arte… Por lo tanto, la manera en la cuál voy a participar es un maletín con una placa de latón en la que pondrá “1 minuto y 20 segundos”, que va a tener los billetes físicos. El maletín va a estar en una esquina y no se va a poder abrir, y el que quiera comprar la pieza no va a poder ver los billetes. El secreto va a estar a la vista pero no vamos a permitir que se abra y se puedan ver los famosos billetes. Me parecía una buena manera de cerrar el hilo narrativamente y dar respuesta a esto de qué hacer con estos billetes dibujados.

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Has hablado antes de la “ausencia para el mercado del arte”. Parece que hoy en día si hay más espacio para los festivales de música, de cine, conciertos… eventos de este tipo, pero sigue faltando espacio para el propio arte…

Yo diría que tiene que ver con la idea de una noción de falta de coleccionismo. Es verdad que en otros lugares hay ventajas fiscales y demás cuestiones favorables en torno al coleccionismo de obras de arte. El tema es que no hay coleccionismo, y si no hay coleccionismo, no hay mercado. El objeto artístico como tal requiere de alguien que lo quiera comprar, poseer, coleccionar, exhibir etc… Mis proyectos tienden a ser cada vez menos objetuales, cada vez son más procesuales. En el caso de ser objetuales tienden cada vez más no al objeto único sino a la serie limitada, etc. Yo veo el objeto como un residuo. Lo puedes ver como una reacción frente a esta ausencia de mercado. ¿Qué haces con toda esa producción? ¿Cuántos objetos más necesitas producir, almacenar, y sin verle salida? Para ciertos artistas con un cierto nivel mediático si puede existir una salida a su trabajo producido, pero hay una gran gama de artistas cuya obra tiene una salida complicada o nula. Hablo de Bilbao pero me imagino que en Donostia existirá el mismo problema. El tema que comentabas de los eventos culturales, tienen que ver más con el propio evento. Lo que está sucediendo, y quizás habría que analizar es que el espectador contemporáneo tiende más al evento y no a la posesión del objeto. Aquí habría que hablar de si una persona como tú o como yo se puede permitir tener en su casa un objeto artístico, por espacio, presupuesto… sin embargo si se puede permitir un fin de semana de festival o pagar una entrada de un concierto. 

Abandonaste hace muchos años el lienzo para adentrarte en otras disciplinas… ¿Qué queda hoy en día de aquel joven que pintaba referencias ochenteras a principios de los 2000?

Han pasado 25 años casi. Al final es producto de la evolución, mi trabajo ha ido evolucionando menos hacia el objeto y más hacia el proyecto, entendiendo el proyecto como un entorno conceptual, y en el cuál los residuos de esa idea son objetos que se generan. Pueden ser estos dibujos de los que hemos hablado antes, animaciones, el disco de vinilo que estoy preparando ahora… Dependiendo de en qué condiciones se produzca ese proyecto, se generan una determinada serie de objetos. Al final lo que me planteé yo en un momento dado es el porqué. ¿Por qué hago lo que hago? Por qué tienes que pintar sobre una superficie determinada que es un lienzo sobre un bastidor, por qué.  Esa pregunta del porqué se puede extender a todo tu trabajo incluida la distribución final del objeto. Esa pregunta del porqué, cuestionar cada paso que haces creo que forma parte del hecho de ser artista. Si no lo haces estás dejándote por el camino alguna parte importante. Hay que cuestionarse cada cosa que haces de arriba abajo.

La verdad es que el mundo evoluciona rápido y los individuos que lo formamos estamos atrapados en esa rued. ¿Afecta  personalmente a tu trabajo este trepidante ritmo de noticias diario y conflictos sociales de muy diversa índole?

Mi trabajo creo que responde siempre a una cierta reacción al aquí y ahora. Puede haber referencias más o menos historicistas o culturales pero yo entiendo que es una reacción al hecho de que yo vivo aquí, vivo ahora como individuo que puede decir cosas en un determinado contexto e intento responder a eso. La respuesta es sí, no sólo se ve afectado sino que trato de reaccionar a esos estímulos.

¿Y afecta la evolución de Bilbao como ciudad hacia tu perspectiva como artista? Porque como decíamos antes, en poco tiempo ha pasado de ser una ciudad oscura e industrial a una ciudad de grandes parques y fachadas blancas…

Cuando llegué a Bilbao a vivir estaba comenzando ese proceso, se empezaba a veer un poco la apariencia final que quería adquirir Bilbao. Era un proceso de transformación, estamos hablando del años 98 o 99, y el museo Guggenheim se inauguró en el 97 si no me equivoco, para ponernos en situación. Ahora estamos viendo hacia dónde se encaminaba todo aquello, que era una ciudad moderna, contemporáneo, tipo Donostia claramente. Y cómo me afecta… cuando yo me fui a vivir a Bilbao me atraía ese ritmo de vida, esa “oscuridad”, esa ciudad más industrial, viniendo de donde venía. En Bilbao había una agitación, que se traducía también en la vida nocturna, mucho más excitante, más activa. Ahora mismo de eso cada vez queda menos, y lo que si es cierto es que en cuanto a vida artística, Bilbao sigue tendiendo muchísima más actividad que Donostia. Tabakalera se ha abierto hace nada aquí y por lo demás, sigue siendo, bajo mi punto de vista, una ciudad bastante huérfana en este tipo de actividades. Así como en otros ámbitos, festivales, música etc… si que hay una actividad interesante, en el tema del arte, excepto cosas muy puntuales… Así andamos.

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Orquesta de Fin de Disco dirigida por Travis Flint (2017, en producción) . Concierto para 48 tocadiscos en Azkuna Zentro, videoinstalación y edición L.P. vinilo

Muy bien, dicho esto, esperamos verte algún día en tu ciudad natal en tu faceta de creador…

A mí me encantaría. Acabamos de pasar la capitalidad europea de la cultura en esta ciudad y no ha habido la oportunidad de generar esos espacios necesarios para los artistas. Salvo cosas puntuales que yo haya podido ver, todo este tema ha pasado de una manera muy ligera, no se ha profundizado nada en esto.

¿Es un tema de falta de educación de la gente local? Porque no hay duda de que en otros temas, como por ejemplo claramente el gastronómico, estamos todo muy bien educaditos. También a nivel musical. Pero a nivel de arte… Falta ese recorrido de aprender a consumir el arte?

Puede ser que haya de eso, y luego también la deriva de hacia dónde nos dirigimos, una cultura del disfrute del acontecimiento pero no de la apropiación del objeto. Lo que dices de la gastronomía es muy interesante, el otro día hablábamos de que la agenda cultural del típico periódico de Bilbao de los viernes se ha sustituido por una agenda gastronómica. Te dicen dónde puedes ir a comer. La gastronomía está ocupando en el imaginario colectivo el espacio que ocupaban otro tipo de manifestaciones culturales. Y ocupando ese espacio del imaginario, como cultura que es, que yo no lo dudo, de alguna manera está haciendo que se tapen otras opciones. Sería interesante que la gente que viene a Donostia a comerse unos pintxos sintiera la obligación de venirse a Tabakalera, de visitar exposiciones… Desde las instituciones y la instancias políticas se esta dirigiendo muchísimo esto hacia el turismo gastronómico como si fuera una opción cultural absoluta. Y yo tendría mis dudas al respecto de esto. 

Allegro

Allegro (2016). Video proyección 3 canales, audio 8 minutos.

¿En qué punto de madurez artística se encuentra hoy David Cívico?

Me encuentro en un punto en el que estoy muy bien. Tengo varios proyectos en marcha que van a su ritmo porque mi ritmo de producción que es el que es. Tengo otra actividad profesional, también en el mundo del arte que combino con mi actividad artística, y esto me hace que este ritmo lento de producción me permita llevar a cabo los proyectos con mucha tranquilidad y con mucha convicción. Ahora tengo varias cosas en perspectiva. Estoy involucrado en un proyecto llamado `Ensayo de orquesta` que me gustaría presentar en un plazo de dos años. Es un tema en torno a la Orquesta Sinfónica de Euskadi. Tengo también un tema gráfico del que no puedo hablar mucho pero que me ilusiona un montón y que me dice que estoy en un momento interesante, más allá de lo comercial, que nunca ha sido para mi un indicativo de lo que vas a hacer o no.

http://davidcivico.com

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